Ironman Hamburgo 2018



En distancia Ironman nunca hay fracasos: o alcanzas el éxito o bien aprendes; y sea cual sea el resultado siempre te llevas una aventura con la mochila llena de momentos, entrenos y vivencias. 

Llevaba ocho años alejado de la distancia Ironman, alternando pruebas de corta/media distancia, con bastante mejores resultados que en larga. La corta distancia también tiene su magia, y la media ya es algo más parecido a la larga, pero sin tener que dedicar tantas horas... Aún así, son casi dos deportes diferentes.

Tener un grupo de entrenamiento con quien compartir sesiones preparatorias, competiciones y complicidades es un MUST. Tengo claro que el triatlón es un deporte que se compite de forma individual y se entrena en grupo.
La estrategia con 8 años más que la última vez, y con casi ya 45 años, debía ser diferente. Hacer más bici, no correr tanto (mis rodillas ya no aguantan tantos km ni tantas sesiones), y respetar el descanso pero teniendo continuidad; debían ser las bases para lograr volver a ser “finisher”.

Todo marchaba según lo previsto, incluso algo mejor, cuando me disponía a hacer el primer (y único) test de la temporada: 20 de mayo en el Ironman 70.3 de Calella. 

Llegaba con un nivel muy equilibrado y muy bueno en las tres disciplinas, algo no siempre fácil de conseguir, a menudo hay alguna de las tres patas que se queda coja. Sabía que podía ser mi mejor Half de Calella. Salí del agua tras una buena natación y en la carpa de transición, mojada y resbaladiza, me fui al suelo y ya no me puede levantar y seguir. Acabé en el hospital de Calella con una fuerte contusión en la espalda y una costilla rota. Quizás la temporada se había ido al traste.

Lejos de afectarme, con la perspectiva que te da la experiencia, intenté marcarme metas intermedias para volver: primero andar, tras una semana totalmente parado, empecé a hacer rodillo con la cabra con mucho dolor, a las dos semanas ya podía “aguantar” 2h de rodillo, a la tercera hice mi primera salida en bici al exterior; y a partir de ahí, sin poder aún correr ni nadar, enlacé 4 semanas seguidas con unos 325km de media de bici semanales.

A las 6 semanas de la caída vino la primera sesión de carrera a pie (15km, que me dejó “sin piernas” por casi 1 semana) y a la siguiente (7ª) pude volver a nadar; aunque sólo pude hacer 3 sessiones de carrera a pie y poco más de 8 de natación, y encima a 15 días de la carrera, contractura en el soleo! Ya no corrí más hasta el día de la prueba... A perro flaco, todo son pulgas.

Aún así, Lo que parecía imposible, no dejé de creer que pasaría y sucedió: Estaba en la línea de salida del Ironman Hamburgo.

Las circunstancias familiares me hicieron viajar solo a Hamburgo, pero lo que la vida nos ha enseñado estos últimos años, aún y los casi 2000km de distancia, sentía a Carmen y Anaïs más cerca y con más fuerza que nunca. Mi mejor versión de persona es gracias a ellas.

La primera notícia dos días antes de la prueba es que cancelaban en agua por su estado insalubre (algas). Reconozco que no es lo mismo hacer un Ironman sin el agua, pero a los 5 min ya estaba con el chip positivo cambiado al nuevo formato.

Viajaba el sábado, así que no tenía mucho margen de error: recoger la bici, registro y check-in. Salió todo cronometrado.

Ya el día de la prueba, nos juntamos (de los 10 de corríamos), cinco de nosotros que tenemos un nivel parecido, para hacer los primeros 6km a pie (que era lo que habían puesto en lugar de la natación), e ir a un ritmo controlado.

La salida era por rolling start, 3 triatletas cada 10 segundos, y Estábamos delante de todo, estrategia pensada para evitar el drafting todo lo posible (la salida se alargaba hasta 1 hora !)

Estos 6 primeros km los hicimos a 4’34”/km de media, con la sensación de ir con el freno de mano, y aprovechando estos momentos para ir hablando entre nosotros, hacer bromas y disfrutar de este inicio diferente de un IronMan.

Transición muy larga y a por la bici. El circuito era totalmente plano, no llegaba a los 160 m de altitud acumulada, ideal para hacer unas medias espectaculares pero también tenía el handicap en el que no parabas de pedalear ni un momento. 

Sin quererlo, los primeros kilómetros los hicimos muy rápidos (digo hicimos porque en algunos bucles iba viendo a los compañeros). Los primeros 90 km me salieron a 36,5 km/h de media. Al haber salido tan adelante la verdad es que no vimos muchas situaciones de drafting, aunque cuando volvíamos por la carretera nos íbamos encontrando ya grupitos.
En la segunda vuelta se levantó bastante aire y las medias bajaron, por suerte el aire era a favor en los 45 km de vuelta, Las piernas iban ya un poco tostadas por las medias altas.

Llego a la T2 con 5h10 de bici y me cuesta correr con la bici hasta dejarla en el rack, luego una vez ya con las bambas no me cuesta tanto. Primer kilómetro fue el único que hice a menos de cinco, A partir de ahí ritmo entre 5’15/km y 5’30/km hasta acabar las dos primeras vueltas de 4 en total. 
Sobre el kilómetro 22 empiezan aparecer dolores en la rodillas, uñas, plantas de los pies, bícepcs femoral,... vamos para salir corriendo 20 km más alegremente. Empieza alternar correr con andar hasta que cada vez correr se me hace más difícil. 
Pero sé que voy a llegar. No tengo problemas de estómago y en cada paso por el chip, sé que es información para Carmen que me está siguiendo.
Al más puro estilo Rajoy, adquiero una técnica para caminar más deprisa, Y ya voy directo a la línea de meta para recibir mi 10ª medalla de finisher en Ironman.
La maratón no salió como esperaba (de hecho si me cuelgo un poco más, acabo haciendo más tiempo que en la bici), pero con el accidente de mayo en Calella y sin haber podido prácticamente entrenar (la bici sí), el colgarme la medalla al pecho y haber compartido la experiencia con este gran grupo de compañeros, lo compensa todo. 
Ah, y encima ganamos por equipos nuestra división del triclub program !

 Empecé la aventura pensado que la edad iba a ser un handicap para volver a hacer un Ironman, y he acabado sintiéndome más joven, de cuerpo y mente.