Helsinki

Empezamos la mañana buscando desesperadamente una oficina de alquiler de coches. Habíamos intuido que Helsinki no es una ciudad con mucho atractivo y queríamos irnos a un parque nacional (Nuuksio) de las afueras. Como siempre, pasamos de las “manadas” de excursiones que organiza la compañía del crucero, que además son muy caras.

Nos costó un montón encontrar un AVIS rent a car, de camino a esta oficina vimos que la ciudad no era tan bonita como las otras. Decisión acertada, la de pasar de la urbe. El finlandés es un idioma difícil, y los nombres impronunciables. Cuando intentas leer una palabra (son muy largas), cuando vas por el final no te acuerdas de cómo era la primera parte y no consigues decirla bien.

Ya por fin con un citroën C4 al volante, de camino al parque nacional un motorista de la policía me llama la atención por ir a 96 km/h (cuando el máximo era 80…). Quedó en anécdota, no pasó de un toque. Si Estocolmo era la ciudad de las mil islas, Helsinki (y Finlandia) es el de los mil lagos. Lago por aquí, lago por allá. Al llegar al parque nacional, excursión al canto por senderos y bosques repletos de abetos, verde, agua y… prácticamente nadie (hoy es miércoles…). Precioso, nos hubiéramos quedado unos días por la zona, a ser posible con una Mountain Bike, pero en otra ocasión será…

Una vez visitado el parque (no en su totalidad claro, solo tomamos una muestra) nos dirigimos a Porvoo, un pueblo famoso por sus casas de madera y a unos 80 km de dónde estábamos. La verdad es que el pueblecito es pequeño y bonito, de pin y pon, las casas que lo han hecho famoso son 7 u 8 contadas.

Ya de vuelta, empezó la última excursión del día, intentar devolver el coche de alquiler. Al llegar a Helsinki, parada y foto reglamentaria en el parlamento (quizá el edificio más famoso y símbolo de la ciudad) y empieza el calvario… Atasco de coches, no encontramos la oficina para devolver el coche, ahora me equivoco de calle y no puedo dar marcha atrás,… con todo esto, ya no podíamos regresar al barco con el último autobús que ellos ponen para ir al puerto, nos teníamos que buscar la vida…

Tan solo quedaban 45 minutos para la partida del barco y devolviendo el coche, con todo el morro del mundo le pido al de la oficina que nos lleve a la Terminal del puerto, que no llegamos. Nervios, estrés, dudas…menos mal que nos llevaron, llegamos 15 minutos antes de partir a St. Petersburgo…

El chico de la oficina que nos llevó me dijo su nombre, pero la verdad es que a los 3 segundos se nos olvidó, muestra clara que jamás dominaremos el finlandés. Según él, Finlandia es el segundo país de Europa donde más se bebe, después de Irlanda. No me extraña, en invierno, con tanto frío y oscuridad, que van a hacer mientras no llega la navidad…

Paisajes de ensueño

Cortamos unos troncos y nos hicimos una cabaña en 15 minutos

En el pueblo de Porvoo